Procrastinación.
De la noche a la mañana hemos pasado de no saber muy bien cómo se pronuncia esta palabra a ver cómo todo el mundo se siente súper orgulloso de ser un procrastinador nato reconducido a persona ultraproductiva.
Y es que una de las claves para disparar tu productividad es la de atajar la procrastinación sistemática y recurrente.
Mientras sigas aplazando lo que sabes que tienes que hacer sin un motivo claro que lo justifique, tu productividad seguirá estando muy por debajo de su potencial.
Sin embargo, tampoco conviene demonizar la procrastinación ya que es un mecanismo natural que tiene su razón de ser. Si estás dispuesto a entender su funcionamiento y aplicar nuevos hábitos y estrategias para mantenerlo a raya estás en el lugar correcto.
1. Entendiendo la procrastinación
La procrastinación es la herramienta número uno que tiene tu cerebro para mantenerte dentro de tu zona de confort. Eso es todo, esa es su verdadera razón de ser, mantenerte cómodo y a salvo.
Algo que a priori no es malo.
Estas son las 2 razones principales por las que la procrastinación aparece en escena.
1.1. #1 La procrastinación quiere que estés cómodo
De forma natural todas las criaturas del planeta tratamos de evitar la incomodidad, ya que, antiguamente, la incomodidad solía ser sinónimo de peligro. Así que tan solo la combatíamos cuando la necesidad o el deseo eran apremiantes.
Sin embargo, la realidad actual es muy diferente. La gran mayoría de veces que evitamos la incomodidad no es por estar relacionada con un peligro, sino por la simple incomodidad en sí misma.
Además, ahora las necesidades no suelen ser tan apremiantes. Por lo general, tenemos las necesidades básicas cubiertas, estamos muy cómodos y no encontramos motivos lo suficientemente fuertes que nos hagan romper esa inercia tan cómoda, aunque a menudo también tan frustrante.
Dicho de otro modo, cada vez que te sorprendas procrastinando con el único fin de evitar la incomodidad, da un paso al frente y ponte manos a la obra. Tu genética no entiende de sueños, ni de éxitos, solo de supervivencia, así que te va a tocar tirar de autodisciplina.
Acaba con todo intento de procrastinar aquello que te hará marcar la diferencia.
- Estudiar 1 hora.
- Llamar a ese cliente.
- Hacer deporte.
En estos casos recuerda que eres tú quien lleva las riendas de tu vida. Tú decides qué hacer.
¿Quieres marcar la diferencia o dejarte vencer por la pereza?
1.2. #2 Quiere que estés a gusto contigo mismo
Existe otro motivo por el que la procrastinación hace acto de presencia y al que conviene prestarle atención.
En ocasiones, lo que quiere la procrastinación es que estés a gusto contigo mismo.
Parece justo lo contrario, que procrastinar te hace estar a disgusto contigo mismo. Sin embargo, en ocasiones lo que necesitas es escucharte para darte cuenta de que, en realidad, no quieres hacer aquello que te has propuesto hacer.
Sino que te estás dejando influir por factores como:
- Presiones externas.
- Creencias arraigadas.
- Malos hábitos.
Todo esto te lleva en una dirección que no es la que deseas tomar.
Este punto es fundamental entenderlo, ya que en este caso lo correcto sería dejar ir esa tarea.
Lo que suele ocurrir es que aquello que procrastinas podría no estar alineado con tus valores y por eso lo pospones una y otra vez.
Pregúntate, ¿Por qué estoy procrastinando esta tarea?
- Si la respuesta es incomodidad o pereza, hazla.
- Si la respuesta es que no sabes por qué, pero sientes rechazo, quizás no esté alineada con tus valores y lo más inteligente sea dejarla ir.
Ejemplo:
Imagina que has hablado con un cliente y te has comprometido a enviarle un presupuesto. Sin embargo, este cliente no te ha dado buena espina. Tu subconsciente sabe que no quieres trabajar con esa persona y la procrastinación funciona como indicador para darte cuenta de que no te conviene hacerlo. Por eso una semana después sigues con la tarea pendiente de enviarle un presupuesto.
¿Qué hacer una vez descubres lo que te ocurre?
Reflexionar sobre si es una cuestión de pereza, o si realmente esa persona o negocio no va acorde con tus valores, y por lo tanto, prefieres dejar pasar esa colaboración.
2. Dejar de procrastinar te hace libre
Este instinto biológico que te hace mantenerte en tu zona de confort y procrastinar es primitivo y desproporcionado hoy en día.
Lo único que desea es que sigas con vida, pero tú tienes otros planes más ambiciosos ¿Verdad?
Ser libre es mucho más que estar vivo.
Por eso acabar con la procrastinación te hace libre. Porque decides qué hacer, qué no hacer y cómo actuar en cada caso.
Cuando quieres hacer algo, y lo pospones, estas siendo esclavo de tu propia pereza y comodidad.
Por el contrario, cuando decides llevar a cabo lo que te propones, siempre que esté alineado con tus valores, estás ganando libertad.
Como todas las guerras que luchas contra ti mismo, conseguir doblegar la procrastinación y guiarte por la autodisciplina que te permite conseguir tus objetivos no es algo que se consiga de la noche a la mañana.
Al principio, las batallas perdidas ganan por goleada a aquellas en las que sales victorioso. No pasa nada, la procrastinación te lleva años, incluso décadas de ventaja. Tan solo debes persistir, y poco a poco, las tornas irán cambiando y las victorias pasarán a ser tuyas.
Sin embargo, debes tener claro que la guerra nunca acaba, y siempre habrá alguna batalla que pierdas, eso no debe preocuparte. Lo único que debe importarte son las batallas ganadas y los resultados que consigues con las mismas.
3. #7 trucos para vencer la procrastinación
Ahora que ya sabes las causas de la procrastinación estás en una posición más ventajosa para combatirla.
A continuación, te presento 7 trucos que a mí me ayudan a vencer la procrastinación y ser un poco más libre.
3.1. #1 No procrastines lo importante
Partiendo de la diferencia entre lo importante y lo urgente, la clave está en procrastinar lo urgente, pero no lo importante.
Nuestra respuesta natural hacia las urgencias es atenderlas sin antes filtrar la importancia de las mismas. Lo que conlleva trabajar con muchas interrupciones que destruyen por completo la concentración, y finalmente, te llevan a procrastinar lo importante o hacerlo, pero invirtiendo mucho más tiempo del necesario.
3.2. #2 Usa la regla de los 2 minutos
El sistema de productividad GTD tiene un truco interesante.
Se trata de la regla de los 2 minutos que dice que si algo que te viene a la cabeza puedes hacerlo en menos de 2 minutos lo hagas. De esta manera te quitas una preocupación de la cabeza que de lo contrario te robará importantes dosis de energía y productividad. Aunque tú no te des cuenta.
Muchas de las cosas que te vengan a la cabeza es posible que no puedas hacerlas en menos de 2 minutos, pero lo que si puedes hacer es anotarlas. De esta manera tu mente descansa al saber que no es necesario recordarte esa tarea.
3.3. #3 Da el primer paso
Tan sencillo como suena.
Todos hemos oído la frase de que todo viaje de 1000 millas empieza por un primer paso.
No necesitas saber, exactamente, cuál es camino a seguir, lo único que necesitas es saber hacia dónde dar ese primer paso.
Es decir, cuando empiezas a recorrer la primera milla, no necesitas saber cuál será la milla 500, basta con que sepas cuál es el siguiente paso, y llegado el momento, ya sabrás cual será la milla 500.
Si quieres escribir un libro, proponte escribir media página, no te preocupes por el resto.
No te organices, no planifiques…
¡Hazlo!
3.4. #4 Crea hábitos
El crear buenos hábitos, a menudo va de la mano con eliminar malos hábitos. Sobre todo esto hablé en este post.
Por lo que no me extiendo demasiado.
Los hábitos te ayudan a alcanzar tus objetivos y acaban por realizarse de manera automática, con el ahorro de energía que esto supone.
3.5. #5 Toma deciciones
Pocas cosas roban tanta energía como el tener que tomar una decisión y ser incapaz de hacerlo.
Aquí te dejo 3 vídeos en los que hablo sobre toma de decisiones:
- Los 5 motivos por los que te cuesta tomar decisiones.
- El mecanismo natural que te impide tomar decisiones conscientes.
3.6. #6 Aprende a decir “NO”
¿Cuántas veces procrastinas el decir “NO” a alguien?
Seguro que más de las que quisieras.
3.7. #7 HAZLO PÚBLICO
Este truco no es muy original.
Pero ¿Qué me dices de contárselo a esa persona que va a darte la tabarra día y noche?
Esa persona que va a estar esperando a que procrastines para echártelo en cara.
¿Qué tal contárselo a esta persona?
¡Ponte las pilas! Tu yo de mañana se lo agradecerá a tu yo de hoy.
4. #3 hábitos de planificación para dejar de procrastinar
Además de contar con trucos puntuales para combatir la procrastinación es fundamental que tengas unos buenos hábitos de planificación que impidan a tu mente divagar y llevarte por el camino que ella quiere.
4.1. #1 Ten una estrategia a largo, medio y corto plazo
Como ya te habrás dado cuenta, la estrategia es clave para todo aquello que tiene que ver con la mejora de productividad y la consecución de resultados.
Es innegociable que tengas claros tus objetivos a largo, medio y corto plazo. Sobre todo, los de corto plazo, ya que son los que más te ayudarán a dejar de procrastinar.
Por eso, en Potencial Disruptivo utilizamos la estrategia de planificación trimestral.
Tener claro lo que quieres conseguir a tres meses vista hace que te pongas las pilas, y por ende, que procrastinar no sea una opción.
Junto con la planificación va la revisión de cada trimestre para recoger aprendizajes y planificar los siguientes tres meses.
4.2. #2 Planifica tu día el día de antes
Quizás este hábito no te parezca muy original. Pero eso es lo de menos.
Lo importante aquí es: ¿Planificas tu jornada el día de antes? ¿Sí o no?
Porque si no lo haces, se lo estás poniendo muy fácil al procrastinador que llevas dentro.
Si empiezas tu jornada sin tener muy claro lo que vas a hacer existen dos escenarios posibles:
- Que acabes haciendo lo que otros te piden.
- Que acabes haciendo lo que te resulta más divertido o placentero.
A eso es a lo que te llevará la inercia, pero si lo que quieres es conseguir resultados necesitas ser proactivo y planificar en base a tus objetivos.
Implementa el hábito de destinar 10 minutos a planificar el día siguiente.
4.3. #3 Comprométete a poco para hacer mucho
Quizás este concepto lo tengas interiorizado de cara a trabajar con tus clientes. Procurar ofrecerles más valor del que se esperan. Sin duda, una gran estrategia comercial y de marca.
Sin embargo, ahora quiero que traslades ese concepto a tu propia planificación.
Por lo general, solemos ser optimistas en relación a lo que podemos conseguir en un día, pero pesimistas en relación a lo que podemos conseguir en un año.
Sé tan ambicioso como desees con aquello que deseas conseguir a un año vista, pero cuida tu día a día.
Cuando lleves a cabo el hábito anterior de planificar el día siguiente, en ningún caso rellenes todas las horas de tu agenda.
Rellena tan solo el 50% de tu tiempo. Eso sí, con tareas de alto valor orientadas a resultados en las que debes trabajar. También puedes aplicarlo a tu vida personal.
Lo importante de este punto es que te comprometas a hacer, sí o sí, aquello que consideras absolutamente prioritario durante unas 4 o 5 horas al día.