A menudo infravaloramos lo que podríamos llegar a conseguir a largo plazo, aunque somos expertos en sobrevalorar lo que podemos conseguir en un día.
Vivimos en la era de la inmediatez. Algo que nos afecta a todos en mayor o menor medida y hace que, a menudo, no dediquemos el tiempo necesario a ciertas cosas que podrían marcar la diferencia.
Algo que también te pasa factura cada vez que quieres aprender algo, pero sientes que no se te da bien, por lo que te rindes antes de tiempo.
1. Nunca te rindas sin antes intentarlo 1000 veces
Se me quedó grabado.
Estábamos en el ecuador del curso experto en coaching cuando el formador preguntó:
“¿Cuántas veces se cae un niño antes de aprender a andar?”
La media era superior a las 1000 caídas.
Me sorprendió la respuesta, nunca me había parado a pensar en ello.
Pero lo interesante no fue la respuesta en sí, sino la reflexión que la acompañaba.
¿Os imagináis que un niño al caerse 10 veces dijese que andar no es para él y dejase de intentarlo?
¿Cuántas veces has intentado algo 10 veces o menos y al fracasar has desistido?
El formador siguió hablando sobre la soberbia que tenemos a menudo las personas cuando queremos exigirnos a nosotros mismos que nos salga todo bien a la primera, cuando sencillamente, no es posible.
Y entonces lanzó otra pregunta:
“¿Alguno de vosotros ha intentado algo más de 1000 veces?”
Una compañera, que al igual que yo también estaba haciendo el curso, dijo:
“Yo sí”
A lo que el formador insistió:
“¿Más de 1000 veces?”
Y la compañera dijo:
“Sí, los ejercicios que hacía cuando competía en gimnasia rítmica los repetíamos más de 1000 veces.”
A lo que el formador añadió aliviado:
“Y al final, os salían bien…”
“Sí, los repetíamos más de 1000 veces y nos salían bien.”
Esta compañera era Tania Lamarca, ganadora junto a sus compañeras de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta.
Un claro ejemplo de lo que puedes conseguir cuando trabajas, te esfuerzas y repites algo más de 1000 veces.
Desde entonces la imagen que tenía en mi cabeza de lo que se me da bien y lo que no se me da bien cambió. Ahora cada vez que aparece en mí la soberbia de querer que algo me salga bien a la primera, o a la décima, recuerdo este episodio.
2. Quizás 1000 veces no sean necesarias
Puede que lo que te acabo de contar, más que motivarte, te haya dejado frustrado. Pensando que vas a tener que repetir más de 1000 veces cualquier cosa que quieras aprender por primera vez.
Sin embargo, esto no siempre es así por dos razones.
2.1. Traspaso de habilidades
Con el traspaso de habilidades me refiero a que para conseguir andar, tuviste que aprender muchas cosas que más adelante utilizaste para otros cometidos. Tales como mantener el equilibrio, mantenerte erguido, etc.
Todo eso hizo que no te cayeses más de 1000 veces cuando aprendiste a montar en bicicleta. Ya que muchas competencias desarrolladas para aprender andar, se transfieren a la hora de montar en bici.
Lo mismo ocurre con la gran mayoría de cosas que aprendes. Aunque creas que es algo completamente nuevo, siempre hay aprendizajes pasados que puedes incorporar.
Imagina que hace años aprendiste a hablar inglés como segunda lengua. Y mañana decides aprender otro idioma, completamente nuevo para ti, por ejemplo, el alemán.
Aunque creas que empiezas de 0, eso no es del todo cierto, ya que tienes experiencia en el aprendizaje de otro idioma, y va a haber muchas técnicas de estudio que usaste para el inglés que ya conoces y que ahora podrás usar con el alemán.
Además, seguro que el alemán tiene algunas cosas en común tanto con el español, como con el inglés, lo cual también facilitará el aprendizaje.
De manera que todo lo que sabes potenciará el aprendizaje de aquello que quieras aprender en el futuro.
2.2. No siempre es necesaria la perfección
La segunda razón por la que no siempre es necesario repetir algo más de 1000
veces para aprenderlo, es que la perfección no siempre es necesaria.
De hecho, casi nunca es necesaria la perfección.
A estas alturas ya debes saber que “mejor hecho que perfecto” ya que la
perfección hace que, a menudo, no pasemos a la acción.
Puedes aprender a montar en bicicleta y usarla como medio de transporte por
tu ciudad sin necesidad de saber montar con la técnica perfecta.
Puedes comunicarte en alemán sin necesidad de tener un acento nativo.
Puedes crear tu producto o servicio sin necesidad de que sea perfecto desde
el momento 0. Producto Mínimo Viable.
De manera que como en la mayoría de ocasiones la perfección no es
necesaria, no necesitarás intentarlo 1000 veces. Pero sí será necesario
que no te rindas nunca a la primera de cambio.
3. La perseverancia del emprendedor que no se rinde
La perseverancia es la firmeza y constancia en la manera de
ser o de obrar, por lo que se convierte en una cualidad clave para cualquier
emprendedor.
La autodisciplina hace que no tires la toalla cuando a la tercera no
va la vencida.
Como emprendedor debes tener en cuenta que los resultados no son
inmediatos.
Por lo tanto, no debes desanimarte cuando llevas 2 meses trabajando en tu
proyecto sin ver resultados y un amigo te cuenta que acaba de encontrar trabajo
y ya está ganando un sueldo, por lo que se ha comprado un coche.
No te rindas.
Puede que, finalmente, tu proyecto no salga adelante, esa opción siempre
estará ahí. Sin embargo, si haces ajustes y sigues metiéndole horas, las posibilidades
de éxito se multiplican.
Dentro de unos años podrás ser el dueño de tu tiempo y de tu propio negocio.
Sin un jefe que te organice la vida.
Mientras que a lo mejor ese amigo que se compró un coche cuando tú no tenías
ni siquiera ingresos, puede que ya esté quemado de su trabajo.
Así que no te rindas, al menos no sin tener motivos suficientes.